sábado, 5 de junio de 2010

Carpediem


Abrí los ojos, busqué la computadora, y lo vi.

Lo anunciaban, pero no con los vítores que se hubiera hecho en un día común. Hoy, solo se habla de la muerte de Willie, pero hay un puertorriqueño al que eso dejó de importarle anoche a las 10. Acababa de ganar la Loto, se convirtió en un nuevo rico.

Quizá nunca había pasado de tener 500 dólares en su cuenta de ahorro, y ahora le correspondían 25 millones. De repente sus sueños se hacen muy grandes, no los puede tocar. Su imaginación debe galopar a una velocidad inimaginable.

¿Qué hacer ahora con tanto dinero? Pago la hipoteca -pensará- y me saco el molesto banco de encima. Saldo mis tarjetas de crédito, y me doy un viaje. ¿A dónde? El mundo se hace grande y pequeño a la vez. Puedo ahorrar para peores tiempos, reflexiona. ¿Pero habrá peores tiempos? “Carpediem”, dice exaltado al acordarse de lo que aprendió en alguna clase de Humanidades en la UPR.

Voy a invertir -dice convencido- total, el país está en venta, y una parte puede ser mía.

viernes, 4 de junio de 2010

De luto y de loto


El país amaneció con la noticia de la muerte del alcalde de Caguas, Willie Miranda Marín. La voz más fuerte que tenía el ala soberanista dentro del Partido Popular Democrático.

Willie se convirtió en sus últimos años de vida en una figura que daba esperanza a aquellos populares que sienten un amor patrio, ese nacionalismo que se defiende hasta con los dientes por los colonizados. Es eso que te hace gritar “soy puertorriqueño, tengo mi identidad, no soy gringo”(aunque se quiera seguir mamando de la teta yankee).
Miles de puertorriqueños, que en su juventud fueron independentistas, se abrazaron al Partido Popular que, con su discurso de “lo mejor de los dos mundos”, servía de aliciente para quienes ya su único objetivo era retrasar la estadidad, y no necesariamente vivir en un país libre y soberano.

Hoy, se calla un voz. Posiblemente la única voz colonialista-soberana a la que se le hacía caso. La esperanza de aquellos que rajaban la pava cada cuatro años para que no nos absorbiera del todo el Tío Sam se esfuma. Volverá a resurgir, sin ningún tipo de obstáculos, la verdadera cara del PPD: la conservadora, la eñangotá, la derecha reaccionaria, la que persigue.

Los mal llamados melones, que son populares en toda regla, tendrán que decidir que camino escoger. Si retoman la lucha donde la dejaron hace varias décadas para lograr una verdadera patria soberana, o cuelgan los guantes.

Yo como soy del lado pesimista, prefiero irme a la gasolinera y jugar un pesito en la Loto que hoy tiene 25 millones.