domingo, 14 de junio de 2009

Viviendo con el miedo en las entrañas

Quisiera tomar unos minutos para reflexionar sobre una terrible noticia que acabo de leer en el Nuevo Día.  Una broma le costó la vida a un joven de Trujillo Alto.  Quiso hacerle pasar un susto a su primo, quien es guardia municipal de Gurabo, y aparentó ser un delincuente.  Temiendo por su vida, aparentemente, al ver la encerrona que le hicieron, el guardia le disparó en tres ocasiones al supuesto delincuente, y lo mató en el acto.  
De primera mano, la noticia le pone los pelos de punta a cualquiera, y no puedes hacer otra cosa que pensar en el dolor de esta familia, por la doble tragedia.  Por desgracia vivimos al borde de un abismo, y el miedo nos controla.  Estamos constantemente temiendo ser la más reciente víctima de la criminalidad rampante que arropa a Puerto Rico. 

¿No éramos el país más felíz del mundo?

Vvimos encerrados entre rejas, candados, alarmas y puertas blindadas.  ¿Cómo es posible que en los cinco meses y medio que va de año, hayan asesinado más de 350 personas?  A esto se le suma que según las estadísticas de la policía en el 2008 se informaron casi 70 mil delitos tipo 1 (robos, agresiones, violencia, asesinatos, hurto de autos, escalamientos, entre otros).   Esto es insostenible, en un país con sólo 4 millones de habitantes.   
Aún recuerdo una noticia que lei en el periódico "El Mundo" de Madrid en enero de este año cuando alarmados reseñaban que el 2008 fue el año más violento en los últimos 5 años:  habían matado a 73 personas.  Una ciudad con 2 millones más de habitantes que Puerto Rico, y también con niveles grandes de pobreza y marginación.  Esa misma nota decía que al menos no se había alcanzado la cifra de Londres con 153 asesinatos en el 2008.  ¿Cómo lo justificamos? 

Al fin y al cabo, el miedo vende.  Y no puedo pensar en un mejor ejemplo que en el conglomerado de empresas que se han enriquecido a raíz del 11-S. 


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